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viernes, 15 de octubre de 2010

La víspera.

Mañana es mi cumpleaños, cumplo 47 años, increíble, el tiempo va pasando sin que lo podamos parar ni tan siquiera ralentizar.

Estamos en el 2010 un horizonte temporal en el que nunca había pensado de niño o de joven, porque antes de ese no pensado horizonte tenía que cumplir otros muchos en mi vida, ya cumplidos.

A partir de mañana tendré 47 años , atípicos 47 años, e intensos 47 años, la intensidad de mi vida ha hecho que parezcan muchos más y la enfermedad de Parkinson que me acompaña desde hace 15 hace que los que quedan sean prácticamente de vejez, la época más larga de mi vida será la vejez, pero la afronto con la satisfacción de haber hecho casi todo lo que tenía pensado hacer en mi vida.

Fui un niño y un joven gordito, no obeso, al que le gustaba hacer todo tipo de deportes, practique futbol, baloncesto, tenis, frontenis, judo, ciclismo, natación, ….me divertía con cualquier deporte y si había un balón por medio más.

En los estudios tenía claro que haría una carrera universitaria aunque era un poco vago, pero muy brillante, y tenía el compromiso conmigo mismo de ser titulado universitario.

Empecé en la universidad a la vez que empecé una actividad como  profesor de matemáticas, física y química de niños adolescentes a los que era una verdadera satisfacción enseñar lo que otros no habían sido capaces de transmitir, conseguía ver en ellos, en sus caras la felicidad del que entiende.

Y esta  época de docente marco mi forma de ser el resto de mi vida, y todo lo que hice posteriormente iba acompañado del toque de profesor.

Tan metido estaba en esta actividad que tuve que abandonarla  totalmente para poder avanzar en mi carrera universitaria.


Y de esta forma en unos años acabe siendo Ingeniero de Caminos con notas moderadamente brillantes, pero con mucha vocación y habiendo hecho un gran esfuerzo para acabar la .

Para entonces llevaba varios años casado, en la universidad me llamaban el casado, y tuve la oportunidad de vivir y organizar una vida en pareja inusualmente pronto para lo que fue mi generación que terminó haciéndose independiente de los padres bien superados los 30.

Empecé a trabajar en la construcción, en Valencia, fue una época muy dura, allí me llamaban el madrileño, y cuando volvía  a Madrid el valenciano, y yo me sentía como Juan sin tierra, recuerdo una sensación muy desagradable , pasar por cualquier calle  de  Valencia y no tener ningún recuerdo, era como un árbol trasplantado sin raíces.

En un  año me ascendieron y me pusieron al frente de la ejecución de un bonito edificio de oficinas, pero no me había preparado mi anterior jefe para estar solo, no tenía mi capacidad didáctica, y tuve en soledad aprender a base de un esfuerzo superlativo, todo se basaba en relaciones personales, con la propiedad, con la dirección de obra, con los subordinados, con los responsables de las empresas que trabajaban en mi obra,  y esto no lo enseñan en la universidad, se aprende con mucho esfuerzo y dolor,  y con mucha rapidez por la necesidad en mi caso. Y en esa época además entro el Parkinson en  mi cuerpo aunque no me entere hasta 5 años mas tarde. Pero fue entonces cuando me arrebato mi bonita caligrafía y que yo achaque a una incapacidad mía para afrontar todo lo que suponía dirigir una obra.

Volví  a Madrid cuando termine la obra de Valencia, con el firme propósito de no volver a trabajar más en construcción, pero tras unos meses de recuperación me incorpore como jefe de obra a una pequeñísima promotora constructora, fue una época muy bonita aquel año, la obra era fácil de ejecutar  comparada con los  edificios singulares que había hecho hasta  el momento, y el trato con las personas era una asignatura no universitaria que ya había aprobado en Valencia.

Conseguí en aquella obra un ambiente excepcional, los obreros acudían felices a trabajar, yo preparaba el avance de la obra de forma que todos tuviesen claro el trabajo que harían las próximas semanas y eso les daba tranquilidad y les hacia ganar más dinero porque les cundía mas y casi todos eran destajistas, recuerdo que un día se pelearon un electricista y un albañil y todos los demás les reprendieron, parecía más un colegio de aplicados alumnos que  una obra de rudos obreros.

Aquel año se produjo el hecho más importante de mi vida, el nacimiento de mi hija.

Cuando termine aquella obra con éxito de calidad, plazo y economía y habiendo hecho ganar dinero a todos los que colaboraron, me ascendieron y me pusieron al cargo de todos los jefes de obra que había en la empresa, era un equipo  muy corto y tuve que hacer funciones de responsable de recursos humanos para contratar numerosos aparejadores para dotar a la empresa de un equipo de técnicos  muy numeroso que  dependía de mi y que llego a ejecutar 12 obras simultáneamente en Madrid.

Aquí también hice una labor docente con muchos de esos aparejadores, y en muchos de ellos noto mas el cariño hacia un profesor que hacia un jefe.

Pero  lo que son las empresas  hubo movimientos en la dirección y del departamento de construcción que yo cree le encargaron a otra persona su gestión.

De repente, después de 6 años de actividad máxima, los dos últimos sabiendo conscientemente que me acompañaba el Parkinson, me encontré sin nada que hacer en mi empresa, y gracias a que apareció un nuevo jefe que luego sería gran amigo y compañero, me reinvente mi puesto de trabajo y me convertí en el gran consultor interno de la empresa pese a los celos de alguno que no era capaz de de asumir mi no deseado liderazgo.

En los años siguientes me convertí en una referencia en la empresa que ya había crecido mucho, aprendiendo a desarrollar promociones inmobiliarias en todo su conjunto, no solo la construcción, y enseñando dentro de la empresa todo lo que sabía, en la puerta de mi despacho me decían que tenía que poner un turnomatic como en las pescaderías y en las carnicerías porque siempre había cola para resolver consultas.

Después, antes de iniciase mi último año en la empresa antes de la jubilación por enfermedad, hubo un cataclismo en la dirección debido a la mala gestión de algunos directores, y me toco pasar a formar  parte de un triunvirato que ayudo a gestionar directamente la empresa al presidente de la misma, pero la empresa ya estaba tocada, se había endeudado en la compa de solares para el futuro   y la crisis había llegado, se había dejado de vender viviendas , y los bancos fagocitaron una empresa que había llegado a tener 500 trabajadores directos y 30 obras por toda España, pero hay que ser prudente con las inversiones y no se fue.

Y así cuando  se hundía sin remedio la empresa que ayude a crear, me tuve que jubilar y dedicarme a mis mascotas, a estar pendiente de mi hija y ahora desde hace unos meses  escribir, labor en la que pongo mi condición docente que me ha acompañado toda la vida, y la ironía y el humor que no me abandona pese a mi soledad y mi enfermedad.

Mañana, es mi cumpleaños, pasado es el de mi padre, que cumplirá 81, y mañana iremos los dos al futbol, él y su anciano hijo que usa el bastón que él no necesita. Cuando  me veo con él en el campo recuerdo con nostalgia cuando de niño me llevaba vestido de futbolista de la mano, espero disfrutar muchos años todavía de su compañía.

Y a ver si mañana mi equipo me regala un triunfo.

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